lunes, 9 de diciembre de 2024

En un universo alterno, la epopeya de Cindy Runner el triunfo de la voluntad




 

Había una vez, en un mundo muy lejano, en la tranquila ciudad de Tunja, donde los vientos andinos susurran historias de campeones, Cindy Runner brillaba como un cometa. Su reciente victoria en el campeonato nacional había encendido los corazones de su comunidad. Ahora, un desafío aún mayor aguardaba: representar a Colombia en el Campeonato Suramericano de Trail en Villa La Angostura, Argentina. 

 

El vuelo de la esperanza

Con una mezcla de emoción y nervios, Cindy abordó el vuelo que la llevaría al sur del continente. Sin embargo, la realidad fue menos glamorosa de lo esperado. Las sillas del avión apenas se inclinaban, y las seis largas horas de viaje parecían un preámbulo incómodo. Al llegar al hotel, la situación no mejoró mucho: un hospedaje remoto, en medio de las montañas, alejado de la comodidad y la organización que un evento de tal magnitud demandaba. 

 

La encargada de la delegación colombiana, una veterana del trail running con títulos internacionales, no mostró el nivel de diligencia esperado. Distracciones y desinformación marcaron la pauta, dejando a los atletas, incluyendo a Cindy, desprovistos de una dieta adecuada y un plan técnico claro. 

 

El día de la batalla

La mañana de la carrera amaneció con lluvia torrencial. En la línea de salida, las delegaciones internacionales lucían equipamiento de última tecnología: chaquetas térmicas, bastones ergonómicos, zapatillas de alta gama. Cindy, en cambio, vestía el uniforme entregado por la federación: un top y un pantalón corto más adecuado para el calor del Caribe que para las gélidas cumbres argentinas. 

 

 

"¡No importa!", pensó con determinación. "Hoy corro por los colores de mi bandera." 

 

La carrera comenzó como un torbellino, con las atletas lanzándose como gacelas sobre el terreno fangoso. Cindy avanzaba con estrategia, guardando energías para las zonas más difíciles. Sin embargo, la falta de una dieta adecuada pronto le pasó factura. La fatiga se intensificó, y al cruzar un río helado, el frío caló hasta sus huesos. 

 

“¡Huy juepucha, esto está congelado!” exclamó, sacando una sonrisa entre las competidoras que, en un gesto de solidaridad, la ayudaron a cruzar. 

 

Un espíritu inquebrantable 

A pesar de todo, Cindy no se rendía. Los gritos de aliento de espectadores y rivales resonaban en sus oídos: “¡Vamos, Colombiana, no te rindas!” Las atletas suramericanas le ofrecieron geles energéticos y palabras de ánimo. "Esto no es solo una competencia", pensó Cindy, "es un encuentro de hermandad". 

 

A mitad de la carrera, la situación se tornó aún más difícil. Uno de los atletas colombianos sufrió un cuadro de hipotermia. Cindy, al verlo, le dedicó unas palabras de aliento antes de seguir. Atletas venezolanos acudieron en su ayuda, demostrando que la unión suramericana trasciende cualquier rivalidad. 

 

El paisaje, majestuoso como un cuadro divino, parecía darle fuerzas. Las montañas nevadas brillaban bajo la tenue luz del día, recordándole por qué estaba allí: no solo por la medalla, sino por el amor al deporte y la naturaleza. 

 

El final de la travesía

Con el estómago vacío y las piernas pesadas, Cindy llegó al tramo final. Sus compañeras peruanas, que se habían perdido en la ruta, la alcanzaron y le ofrecieron apoyo moral. Al llegar al último kilómetro, el camino pavimentado anunciaba el fin del sufrimiento. Los aplausos de los espectadores la impulsaron, y, con una última explosión de energía, cruzó la meta en el puesto 17. 

 

La delegada de la federación, atónita, no podía creer que Cindy hubiera terminado la carrera. Pero la euforia de la victoria no logró apaciguar la indignación de Cindy. "¡No me voy hasta que coma bien!", exclamó. La organización, conmovida por su hazaña, le ofreció comida caliente y un lugar para descansar. 

 

Cuando la delegada intentó justificar su ineficiencia, Cindy, con temple de acero, respondió: 

"Esto no es adaptarse. Esto es falta de compromiso. Si yo logré terminar, fue gracias a mi esfuerzo y a la solidaridad de los demás atletas, no por su apoyo." 

 

Lecciones de la montaña

Mientras regresaba al hotel, Cindy reflexionaba. "Esto me enseñó a confiar en mí misma, a valorar los gestos de hermandad y a aprender que los desafíos no solo prueban tu cuerpo, sino tu carácter." 

 

Aunque no subió al podio, Cindy regresó a Colombia como una campeona del espíritu. Su historia resonó entre atletas y aficionados, convirtiéndose en una leyenda que inspiraría a muchos a no rendirse, sin importar cuán empinada sea la montaña. "Y colorín colorado, este cuento es regalado". 

Nota:

Historia fantástica, cualquier padecido con la realidad es pura coincidencia.

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