La carrera de San Silvestre Tibacuy era el último desafío del año para los atletas que buscaban cerrar el 2023 con una aventura en la montaña. Entre ellos estaban Mercedes, Susana, Sindy, Irwin, Sensei, Andrés, Mauricio, Juan Carlos, Juan Fernando, Fernando Reyes, Willian, Yesid, Roland, Deivid y Gustavo, que habían elegido esta opción frente al asfalto de San Silvestre Chia. Ellos sabían que esta carrera no era para cualquiera, sino para los más valientes y osados, que no le temían al desnivel, al calor, ni al rugido del río Panche.
El día 23 de diciembre de 2023, los atletas se levantaron muy temprano y abordaron el bus que los llevaría al punto de encuentro. Durante el viaje, compartieron sus expectativas, sus estrategias, sus nervios y sus ilusiones. También aprovecharon para conocer a otros atletas que se habían sumado en el camino, provenientes de diferentes zonas del país. El ambiente era de camaradería y alegría, pero también de ansiedad y emoción.
Después de un largo trayecto, marcado por los trancones de temporada navideña y los arreglos en la vía, llegaron al Boquerón, donde se encontraba el punto de salida. Allí se encontraron con un paisaje espectacular, rodeado de naturaleza y con el sonido del río Panche, que desembocaba en el río Sumapaz. Los atletas se prepararon para iniciar la carrera, haciendo sus calentamientos, ajustando sus equipos, hidratándose y motivándose. La carrera tenía unos retrasos por esperar a los atletas que aún estaban atascados en el tráfico, pero finalmente, a las 10:30 am, el alcalde dio la señal de partida y los atletas salieron disparados.
La carrera era de 30 km, con un recorrido exigente y variado, que incluía subidas, bajadas, curvas, puentes, senderos, caminos y tramos de asfalto. Los atletas debían enfrentarse no solo al terreno, sino también al sol, que brillaba con fuerza y elevaba la temperatura. Los atletas de élite marcaron un ritmo fuerte desde el principio, separándose del resto del pelotón. Entre ellos se destacaban los favoritos, que luchaban por el podio y por el honor de ser los mejores de la montaña.
En la competencia de las mujeres, la atleta de Sopó Adriana Vergara y Sindy runner protagonizaron una emocionante carrera, donde las dos atletas midieron sus fuerzas en la montaña. Sindy ascendió con una fuerza impresionante, demostrando su potencia y su resistencia. La atleta de Sopó Adriana se mantuvo en la punta de la carrera, con unos cuantos minutos de diferencia, pero Sindy no se rindió y siguió persiguiendo llegando a la meta con el segundo puesto. Fue una hazaña admirable, que le valió el reconocimiento y el aplauso de todos.
El atleta Irwin llegó con un nivel supremo, se pegó al lote principal y subió la montaña como si tuviera turbinas en las piernas. Su velocidad y su agilidad eran increíbles, y nadie pudo seguirle el paso. Llegó a la meta con un nuevo récord personal, dejando atrás a sus rivales y a sus propios límites. Fue una carrera espectacular, que lo consagró como uno de los mejores de la montaña.
Susana, la reina de la montaña, ascendió con la fuerza de una diosa, manteniendo un ritmo fuerte y constante. Visualizó a sus rivales y los fue superando uno a uno, sin perder el aliento ni la sonrisa. El sol brillaba y se sentía un fuerte calor, pero ella no se dejó intimidar y siguió adelante, disfrutando del paisaje y de la carrera. Se mantuvo entre las primeras master y logró un merecido tercer puesto, que celebró con orgullo y felicidad.
Gustavo y Willian libraron un duelo imperdible, dominando las subidas y manteniendo sus ritmos. Midieron sus fuerzas y se retaron mutuamente, sin darse tregua ni ventaja. Fue una carrera reñida y emocionante, que se definió por pocos segundos. Llegaron con unos registros impresionantes a la meta, demostrando su nivel y su entrega. Se felicitaron y se abrazaron, reconociendo el mérito y el valor del otro.
El atleta Sensei llegó como sobrado de tigre, salió a la competencia con confianza y seguridad. Subió la montaña como si fuera su hábitat natural, dominando el terreno y el clima. El sol brillaba con fuerza, pero él no lo sintió, pues tenía la sangre caliente y pensaba que estaba en su salsa. Llegó a la meta con un excelente registro, que reflejaba su talento y su experiencia. Fue una carrera fácil y divertida para él, que disfrutó de principio a fin.
Juan Carlos llegó fortalecido después de su travesía en bicicleta, que le había dado más resistencia y fuerza a sus piernas. Ascendió con fuerza, sin que el sol fuera un impedimento para este guerrero. Su corazón era de león, y no se dejó vencer por el desnivel ni por el cansancio. Llegó a la meta sin despeinarse y relajado, como si hubiera hecho un paseo y no una carrera. Fue una carrera tranquila y placentera para él, que aprovechó para admirar la naturaleza y respirar el aire puro.
La atleta Mercedes llegó a esta carrera por cambiar de rutina y descansar del trabajo, aunque esta carrera la exigió al máximo de sus condiciones físicas. Pero el paisaje y la montaña la encantaron, y le hicieron olvidar el estrés y las preocupaciones. Se enfocó en su carrera, en su ritmo, en su respiración y en su meta. Llegó a la meta con la satisfacción del deber cumplido, y con la alegría de haber vivido una experiencia única e inolvidable.
El atleta Mauricio vivió un encuentro con la montaña fuerte, donde las condiciones climáticas desafiaron su cuerpo y su mente. El esfuerzo fue mayor al del año pasado, y puso al límite su capacidad y su voluntad. Pero él no se dio por vencido, y siguió adelante, con la determinación y el coraje de un campeón. Llegó a la meta con una carrera inolvidable, que le dejó una gran enseñanza y un gran recuerdo.
El atleta Yesid realizó una carrera dura, marcando ritmos fuertes detrás de las campeonas de la élite. Disfrutó de la montaña y el paisaje, pero también sufrió con el calor y el desgaste. Fue una carrera de contrastes, donde tuvo momentos de gloria y momentos de dificultad. Pero él supo mantener el equilibrio y el ánimo, y llegó a la meta con una carrera digna y honorable.
El atleta Roland estaba imparable, después de participar en 5 km Bogotá brilla y 12 km de romper pierna en Vianí. El cuerpo le pedía más competencia, y él se la dio. Para este atleta no había límites, y realizó una carrera fenomenal, superando su tiempo pasado y sus propias expectativas. Estaba que no creía en nadie, y se le olvidó hasta que tenía gripa. Llegó a la meta con una carrera de ensueño, que lo llenó de orgullo y de satisfacción.
El atleta Andrés Guzmán realizó una carrera medida, sabiendo dosificar sus energías y sus recursos. Fue un atleta inteligente y estratégico, que supo cuándo acelerar y cuándo moderar su paso. Fue una carrera de calculadora, donde no se dejó llevar por las emociones ni por las presiones. Llegó a la meta con una carrera eficiente y efectiva, que le dio un buen resultado y una buena sensación.El atleta Juan Fernando era un hombre precavido y previsor, que no se fiaba de las sorpresas que pudiera depararle la montaña. Por eso, se fue preparado con su morral lleno de provisiones, lo suficiente para sobrevivir unos siete días. Llevaba agua, comida, ropa, medicinas, linterna, brújula, mapa, cuchillo, cuerda, silbato y hasta una carpa. Parecía que iba a una expedición y no a una carrera, pero él decía que soldado prevenido no muere en guerra. Así era él, un hombre que no dejaba nada al azar y que se preparaba para cualquier eventualidad.
Subió la montaña con su pesado equipaje, sin que eso le restara ánimo ni velocidad. Alcanzó a Deivid, que iba rezagado y cansado, y lo animó a seguir adelante. Le dijo que no se rindiera, que la meta estaba cerca, que la montaña era su amiga y que él le prestaba lo que necesitara. Deivid le agradeció su gesto y su generosidad, y se sintió motivado por su compañía. Juntos siguieron subiendo, compartiendo sus provisiones y sus historias.
El atleta Juan Carlos no lo podía creer al ver cruzar a Juan Fernando con tremendo trasteo. Se quedó boquiabierto y admirado, pues no veía esta hazaña ni en el mejor ejército del mundo. Lo felicitó y le preguntó por qué llevaba tantas cosas, a lo que Juan Fernando le respondió que era por si acaso. Juan Carlos se rió y le dijo que él solo había llevado una botella de agua, que se le había pinchado y que había tenido que beber de los arroyos. Juan Fernando le ofreció una de sus botellas y le dijo que era mejor prevenir que lamentar. Juan Carlos aceptó y le dijo que tenía razón, pero que también había que viajar ligero y disfrutar del camino. Los dos se hicieron amigos y todo el camino no pararon de divertirse con el hombre del trasteo y Juan Carlos, que a duras penas corrió con una botella pinchada de agua.
El atleta Fernando Reyes era un hombre fuerte y experimentado, que llevaba muchas carreras vividas y un corredor de miles y miles de kilómetros a lo largo de sus años. Era un veterano de la montaña, que conocía sus secretos y sus encantos. Realizó una carrera fenomenal, superando el fuerte sol, venciendo las imponentes subidas, disfrutando de la esencia de la naturaleza y la magia de la montaña. Fue una carrera de sabiduría y de pasión, donde demostró su clase y su corazón. Llegó a la meta con una carrera de leyenda, que lo confirmó como uno de los grandes de la montaña.
Todos los atletas llegaron a la meta y cumplieron su objetivo: coronar la cima de esta mágica montaña, que el fuerte sol y su fuerte desnivel no fueron impedimento para vencer este reto. Fue una carrera de aventura y de emoción, de esfuerzo y de diversión, de compañerismo y de superación. Todos se felicitaron y se abrazaron, celebrando su logro y su hazaña. Fue una carrera que quedó grabada en sus memorias y en sus corazones, y que les dejó una huella imborrable en sus almas. Fue la carrera de San Silvestre Tibacuy, una carrera que no se olvida y que se repite.Atentamente;Deivid ICE.jpg)




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